Para el hombre que cubre «Ni una menos»

O cualquier movimiento que denuncie la violencia de género. Sepa que como periodista usted carga con una gran responsabilidad y que el sistema lo avala. Sus titulares, fuentes y su narrativa en general serán percibidos con mayor credibilidad que la cobertura que pueda realizar una periodista mujer, por más excelente que fuese. Lamentablemente.

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Las guerras que ven los niños

Hace una semana recibí un correo electrónico de Jasminko Halilovic. Como Global Shaper, me contactó luego de leer mi biografía y notar mi especialidad en la región de los Balcanes, el Cáucaso y Rusia.  Quería compartir conmigo su primer libro, War Childhood, un texto que recoge testimonios de su niñez en Sarajevo, antes, durante y después de la guerra que se desató en Bosnia de 1992 a 1995.

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Ucrania en el tiempo de las revueltas

Incendios, palizas, asesinatos. Durante los pasados días, las protestas en Kiev, Ucrania, ya no son bien recibidas. Las nuevas leyes aprobadas el pasado jueves 16 de enero otorgan más poderes a las autoridades gubernamentales para reprimir a los manifestantes y la situación en vez de mejorar, ha empeorado.

Una legislación así pretendía amedrentar a la oposición, descontenta por la acción del presidente Viktor Yanukóvich de negarse a firmar el pacto de integración del Estado a la Unión Europea, un deseo que por más de una década ha definido el sentir de más de la mitad de la población.

En noviembre 2013, cuando Yanukóvich rechazó firmar el acuerdo y optó por ceder ante la presión de su homólogo ruso, Vladimir Putin, -quien otorgó en recompensa $15 billones en estímulo económico y la promesa de reducir la deuda petrolera-, más de 100,000 personas protestaron en Euromaidan.

Líderes de la oposición incluyendo Vitali Klitschko y Yulia Tymoshenko han asumido la discusión pública poniendo de relieve cómo la división étnica e ideológica en este país, entre la población netamente ucraniana y la rusa,  mantiene en el limbo su futuro.

Bueno, en el limbo no tanto, si consideramos que casi todos los presidentes posteriores han sido aliados o han privilegiado su relación con Rusia tras declararse independiente Ucrania de la Unión Soviética.

Entonces, ¿por qué la violencia? Porque la sociedad ucraniana no desea seguir “dependiente” en aras de definirse a sí misma como una democrática.  Lo cual es irónico si consideramos que para lograrlo esperan romper lazos con Rusia para unirse a otro sistema, la UE, como si eso resolviera la mentalidad de subyugado.

Ahora los manifestantes ha adoptado los gases molotov y las piedras como armas de defensa; mientras que la UE se mantiene callada y tampoco asume sanciones contra el régimen para que estabilice la capital.

Rusia mantiene que Occidente es el culpable de instigar las protestas pero, la violencia de estos pasados días sólo demuestra que el descontento y la tensión seguirá en aumento.

Así como, harto de la corrupción gubernamental, el pueblo formó la Revolución Naranja, un nuevo capítulo se está escribiendo en Ucrania en estos momentos.

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Chile: una de cal y otra de arena

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Bachelet es proclamada presidenta electa. 10/01/2014 Foto: http://www.michellebachelet.cl

Michelle Bachelet apostó por un programa de gobierno que atendía los reclamos del pueblo a su pasada administración. Así logró ser reelecta como presidenta de Chile por los próximos cuatro años pero, su triunfo es cuestionable si consideramos el desgano de una mayoría poblacional que se abstuvo de participar en los comicios y la familiaridad de su figura, una ventaja que su rival política, Evelyn Matthei, no pudo nivelar.

 “Chile es de todos”  dictaba su consigna y sin embargo,  menos de la mitad de los votantes registrados asistieron a las urnas.  Los que sí fueron a ejercer su derecho, debatían si valía más un país con crecimiento económico que uno con baja brecha de desigualdad social.

Los resultados fueron más que evidentes.  La solidez de la campaña de Bachelet sirvió de garantía proponiendo reformar el sistema educativo, tributario y hasta la Constitución.  Además, sumó puntos con su disposición a legislar por el aborto terapéutico, el matrimonio igualitario y la inclusión de comunidades marginadas.

Por otra parte, la ambivalencia de su programa en atender  retos de desaceleración económica e inversión privada dan indicios que su nuevo gobierno no podrá, tal y cual ocurrió en su cuatrienio 2006-2010, contrapesar eficientemente las demandas sociales y financieras al mismo tiempo.

Y la mayoría que votó por ella, está consciente de eso.

Bachelet aspira a crear un país “modernizado”, más integrado social y culturalmente pero primero tendrá que trabajar con la gradual apatía  de los ciudadanos que optaron por abstenerse del proceso político. Su aval y participación serán necesarios para el éxito de todos los proyectos que la mandataria espera emprender.

Y hasta cierto punto, también deberá luchar con el legado de su propia sombra porque a partir del 11 de marzo cuando regrese a La Moneda a ocupar el puesto ejecutivo, comenzará la comparación y el escrutinio de sectores, altamente volátiles, que votaron por su plataforma de gobierno.

A este punto, no puedo evitar reflexionar si su elección fue producto de no tener una contendiente más fuerte.  Un rival político con igual ímpetu y respaldo.

El programa de Matthei no abundaba en las causas sociales pero sí estaba bien dirigido a continuar la labor de Sebastián Piñera y como ex Ministra del Trabajo, a fomentar la creación de empleos con prioridad a la mujer;  el aumento de la Pensión Básica Solidaria y la unidad policiaca; y propuestas de ayuda a ciudadanos de edad avanzada, entre otras propuestas.

Si Matthei no hubiese emprendido su campaña en cuatro meses (el 10 de agosto fue confirmada como candidata oficial después de las primarias), sino mucho antes; si hubiese contado con el total apoyo de la centro-derecha, las pasadas elecciones del domingo hubieran sido más imparciales. Imparciales porque es sabido que si enfrentas un candidato popular y cuyas mañas son conocidas a un rostro relativamente “nuevo” para ocupar el mismo puesto, la balanza tenderá a inclinarse por el primero.

Bachelet regresará al poder de un Chile menos tolerante ante la incompetencia y más resuelto a exigir y monitorear cambios reales. Bachelet lo sabe, ganó precisamente por haber interpretado las demandas de sus ciudadanos antes y después de su primera presidencia, pero restará comprobar si con sus políticas (acción, no carisma), unificará a las clases y no las enajenará más.

La autora es periodista y posee una Maestría en Relaciones Internacionales de la Universidad de York, Inglaterra.