Formas de ayudar: Hambruna en Sudán del Sur

Según informó esta semana el Programa Mundial de Alimentos, la crisis de seguridad alimentaria en la nación más joven del mundo continuará deteriorándose para 2018. El tiempo de cosecha en este país no ha sido suficiente para atender las necesidades de gran parte de una población sumida en conflicto y que enfrenta altos niveles de escasez de alimentos y desnutrición.

Sólo para que tengan una idea, en junio 2017 se estimaba en 6 millones las personas con grave inseguridad alimentaria. Ese número ha bajado para este mes de noviembre a 4,8 millones de personas pero se espera que la situación empeore en enero, cuando acabe el período de cultivos, y comience una nueva “temporada de hambruna”, según lo califica la FAO y  UNICEF, entre otros organismos. (Si quieres aprender más de esta situación visita la cápsula internacional aquí)

Si te interesa ayudar, aquí te presento una pequeña lista de iniciativas:

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(Crédito de foto de portada: UNHCR)

Riesgo de hambruna en Sudán del Sur

Según informó esta semana el Programa Mundial de Alimentos, la crisis de seguridad alimentaria en la nación más joven del mundo continuará deteriorándose para 2018. El tiempo de cosecha en este país no ha sido suficiente para atender las necesidades de gran parte de una población sumida en conflicto y que enfrenta altos niveles de escasez de alimentos y desnutrición.  

 

(Crédito de foto de portada: FAO )

Tejer la complejidad de la vida

Juana Ruíz hace arte. Crea paisajes y pinturas sobre telas para bordados, bolsas y ropa. Junto con decenas de mujeres de Montes de María, da a conocer historias de dolor, esperanza y salvación entre puntadas.

«En esta guerra que ha sufrido Colombia de más de 50 años, no fuimos ajenas a la violencia» del conflicto armado, dijo ayer frente a más de 1,000 personas que se congregaron en el Chamorro City Hall para el primer TEDxBogotáMujeres.

Juana contó brevemente cómo los diferentes actores del conflicto armado en Colombia abusaron de las mujeres, las comunidades y las tierras de esta región cercana a las costas del Mar Caribe y el Océano Pacífico. Montes de María suponía una atracción para los grupos armados ilegales por su ubicación idónea para continuar el tráfico de armas y drogas.

El 10 de marzo de 2000 las AUC causaron el desplazamiento masivo en Mampuján, su comunidad, donde 245 familias se vieron obligadas al exilio si querían sobrevivir.

Según recuenta Juana, ocurrieron «masacres selectivas, masacres colectivas, desplazamientos, muertes de líderes y a las mujeres nos abusaron sexualmente, como botín de guerra. Como castigo al hombre fuimos abusadas sexualmente».

«Un solo grupo de hombres rompieron las estructuras organizativas que teníamos, rompieron toda una historia que teníamos creada en un solo día. Nos tocó dejarlo todo, perderlo todo, y salir corriendo con lo que teníamos encima», recontó.

Juana recalcó que la salida no fue fácil para muchas mujeres que fueron detenidas para ser abusadas sexualmente por los paramilitares antes de ser liberadas. Una violación sexual no sólo penetra el cuerpo, «penetra el alma», dijo.

«Un abuso sexual silencia a la mujer, la humilla» dijo la creadora de «Mujeres tejiendo sueños’.

Con la ayuda psico social que recibió de una organización menonita, Juana comenzó a tejer y hacer artesanías para procesar el dolor y perdonar a los perpetradores de las violencias que sufrió ella y su comunidad.

«Yo no estaba dispuesta a que violaran a mis hijas así como me violaron a mí», afirmó quien defiende la búsqueda de la paz por encima de la guerra. «Nosotros no queríamos parir hijos para la guerra. Se prepara a los hombres y las mujeres para la guerra, no se les prepara para la paz», dijo.

Juana lleva varios años plasmando historias a través de tejidos lo que sirvió recobrar la confianza en sí misma, dejar ir al odio y sanar. «Cada vez que odiamos a alguien, estamos recordando el dolor y también al victimario pero a la vez que decidimos sanar y perdonar nos hacemos un favor a nosotros mismos, no al victimario. Él va a seguir su vida normal. Pero nosotros cada vez que tengamos una raíz de amargura, estamos adoleciendo al victimario y estamos amarrados con él», dijo.

El éxito terapéutico de esta técnica fue replicado en otras zonas y regiones del país como Chocó, Antioquia y Cundinamarca donde la entidad de Juana ofreció capacitación. A su vez, tejer historias fue un modelo que actualmente inspira a grupos de mujeres en otros países como Nicaragua, EE.UU., Canadá e Irlanda del Norte.

«¿Será que se puede sanar heridas con puntadas de amor? Sí, se puede».

 

(Foto de portada tomada por Natalia Bonilla)

 

Colombia: No más periodismo de paz con narrativas de guerra

Lo más triste que me ha tocado comprobar por tercera vez en Colombia es cómo el ser humano es capaz de naturalizar altos grados de violencia.

Levantarse y odiar la «hijo e’ puta» vida, consumir la negatividad en los medios de comunicación como si fuera adicción porque «hay que mantenerse informado», debatirla en espacios públicos y privados hasta el cansancio, y no darse oportunidades de desconectar. ¿Cómo desconectarse si el país y el mundo está podrido? Si para exorcizar demonios hay que esperar algún partido de fútbol (el opio de muchas masas), y sólo en esos encuentros, es seguro gritar y pelear «civilmente» porque está socialmente permitido. Ni hablemos de la salud mental o la violencia doméstica, entre tanta cobertura del conflicto y las negociaciones de paz, ¿qué sabemos de ella?

El conflicto armado en Colombia trascendió todas las esferas de lo civil y lo rural, de los comunistas vs. el Estado, de la religión y las costumbres, lo público y lo privado.

Hizo un quiebre en la psiquis individual y colectiva desde hace más de dos décadas cuando se convirtió en «cosa de buenos» y «lo más sensato» buscar la paz. Sin embargo, ni el Estado ni diferentes actores nacionales y regionales han logrado encarnar con sus acciones esa palabra al punto de que los medios de comunicación se hagan eco de su significado.

Aspirar a la paz en estas tierras es un ideal inalcanzable si no existen reformas en los medios de comunicación, sus directivos e integrantes. El conflicto ha creado un trauma colectivo de tal magnitud que no importa cuántos acuerdos de paz se firmen, gran parte de la sociedad sigue sintonizada a la guerra por ser una zona de comfort, el pan de cada día, la narrativa que no hay que cuestionar, el dolor al que siempre se puede recurrir, la mentalidad justificada que poco hay que cambiar.

Lo presenté en mi investigación para la CEISAL 2016 y lo vuelvo a reiterar en mi capítulo «Una paz ¿colombiana? imaginarios políticos reforzados por los medios de comunicación» para un nuevo libro de la Universidad Santo Tomás (2017): es la prensa nacional (e internacional), regida por intereses partidistas y económicos, quien carga con la mayor responsabilidad de crear y sostener discursos de guerra que provocan más deterioro social.

 

No más periodismo de paz con narrativas de guerra.

Una guerra desgastada

Seis años después del inicio del conflicto armado en Siria, ni los bandos ni los crímenes pueden distinguirse con claridad. ¿Quién cometió qué? ¿Cuándo y por qué? Muchas preguntas, muertes, gritos y una niñez perjudicada describen esta guerra, aparentemente, sin fin.

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