El origen de las emociones


Sentir, ¿sabemos sentir?

¿Sabemos ponerle nombre a la sensación que regularmente habita nuestro cuerpo? ¿Somos capaces de reconocer cuándo una sentimiento, que parecía pasajero, se quedó a residir más tiempo de lo usual?

Decidí profundizar en el mundo de las emociones, las aguas del ser humano, en el momento en que descubrí que no saldría airosa de la marea.

Fueron muchos momentos, personas y situaciones que me llevaron a prestarle atención a este elemento que pensé (erróneamente) tenía dominado:

  • Amigas y un ex diagnosticados con depresión crónica
  • Rabia y furia, violencia doméstica e intrafamiliar en casa
  • Acosadores, vampiros energéticos, terroristas emocionales
  • Voces que escuché en mi peor momento en Miami
  • Impotencia y parálisis a consecuencia de un corazón roto
  • Inestabilidad por viajes, vivir sin tierra, sin familia ni propósito

Ha sido en mi exploración por entender qué sucedía a mi alrededor – cómo percibía el mundo- que tuve que mirarme en el espejo y hacerme la pregunta primero, ¿qué sentía yo? ¿Cuáles eran mis emociones? Debía ponerles nombre y no ignorarlas ni esconderme de ellas.

Según la Real Academia Española, una emoción es

Alteración del ánimo intensa y pasajera, agradable o penosa, que va acompañada de cierta conmoción somática.

A las emociones se les conoce como reacciones en el cuerpo físico. En la medida en que estemos cómodos con nuestro ser o nuestro alrededor, las expresaremos, reprimiremos o ignoraremos.

Inside Out (2015) es una de las mejores películas animadas en presentar cómo los sentimientos dependen entre sí: para apreciar la alegría, habría que haber experimentado la tristeza; para apreciar el coraje, habría que haber experimentado la timidez, y así.

Sin embargo, dos referentes menos modernos e increíblemente profundos sobre este tema son What Dreams May Come (1998) y The Cell (2000). No son tramas complementarias ni filmes que puedes ver con calma pero te los recomiendo porque son magistrales en mostrar:

  1. Cómo, si no sabemos manejar nuestras emociones, estas nos pueden paralizar y hundir – literalmente –
  2. Cuál es el rol de la mente en crear escenarios, repetir sucesos del pasado, revivir historias y emociones en el cuerpo físico que nos pueden elevar hacia la estratosfera o hacernos daño
  3. Qué papel juegan los sueños para codificar lo que sentimos, las palabras que no dijimos, las acciones que más nos apasionan, la libertad que nos cohibimos expresar
  4. Si el sentir nos hace humanos, reprimir esa acción sería ¿negar nuestra humanidad?

Hay emociones positivas y negativas.

De acuerdo con el psicólogo Paul Ekman, autor de Emotions Revealed, el ser humano experimenta 6 emociones básicas: alegría, tristeza, sorpresa, miedo, asco e ira.

De esas se desprenden emociones secundarias que pueden ser reforzadas por la cultura, la familia o las normas sociales.

El boom de la Nueva Era y la industria del Auto-conocimiento, privilegia las emociones positivas porque parte de la premisa que el estado natural del ser humano es el «amor» y la «paz».

Pero ese argumento funcionaría bien si viviéramos ya en comunidades burbujas con un alto sentido de armonía, conciencia y espiritualidad.

Sin embargo, gran parte de la población vive en lugares con sistemas estructurales y mediáticos que privilegian las emociones negativas para «mantenernos dormidos», «vulnerables a comprar y gastar más», «insatisfechos por siempre en búsqueda de la felicidad».

Lo cierto es que ignorar que las emociones negativas o de baja vibración son parte esencial de nuestro proceso evolutivo es igual de preocupante que querer evadir sentirlas por «miedo» a que perdamos el norte, los logros, el camino recorrido.

Fue en el siglo 16 donde la palabra emoción surgió por primera vez en Francia. Su significado: mover, agitar, causar movimiento, acción.

Una emoción es más fuerte que una idea.

La emoción puede dominarnos porque, a diferencia de los pensamientos, estas se sienten «reales». Los pensamientos pueden generarnos dudas, las emociones nos dan certeza de que algo está ocurriendo dentro queramos que suceda o no.

Las emociones bloquean o desbloquean los chakras, nuestros centros energéticos. 

El miedo y la rabia desestabilizan nuestro primer chakra.

La vergüenza y la rigidez desestabilizan el segundo.

La culpa, ambición y la pérdida de amor propio… el tercero.

El odio y la falta de perdón… el cuarto.

Las mentiras y la falta de autenticidad… el quinto.

La falta de fe en ti o el universo… el sexto y séptimo.

Si supiéramos cuántas emociones albergamos, cuántas situaciones del pasado, relaciones del presente cargan o somatizan nuestro cuerpo, ¿empezaríamos a escuchar más y dudar menos?

He conocido personas que le temen emprender esta evaluación. Tienen miedo de ver qué les aguarda al otro lado del charco, evaden sucumbirse en el mar porque carecen de la certeza de salir vivos de las aguas. Huyen a la crítica, huyen verse a sí mismos en el espejo y descubrir que el peor juez no era su pareja sino su propio reflejo.

He conocido personas que han decidido emprender esta evaluación. No les ha sido fácil porque implica conocerse nuevamente, llevar un diario, expresarse en voz alta, confiar en sí mismo, en un Otro o en Dios.

Para llegar al origen de las emociones es necesario practicar la auto-compasión. Definir patrones, aprender cuáles son tus detonantes, por qué te apegas a ciertas emociones, por qué te asusta experimentar otras y si aplica, ¿por qué nunca has sentido x tipo?

¿Qué te limita sentir y reconocerte como ser que siente?

¿Qué emociones quieres sentir y cuáles ya debes dejar ir?

¿En qué estado de vida te encuentras y qué quieres vivir?

Este escrito fue un poco más sombrío de lo que esperaba y claramente, reconozco y respeto que hay diagnósticos médicos y enfermedades que se salen del espectro planteado en estas líneas…

Para quienes estén deseando profundizar en la inteligencia emocional (aquí un gran artículo en este blog), quiero concluir comentándoles que yo creo que la decisión es un arma muy poderosa.

Está en uno elegir cómo se quiere sentir y reaccionar frente a una persona, situación o relación.

Al saber qué origina una emoción,

Está en uno aprender a reconocerse y no traicionarse.

Está en uno ser maestro de alguien o su estudiante.

Está en uno ser par, elegir no responsabilizarse por las cargas emocionales ajenas y compartir de igual a igual.

Está en uno elegir a qué apegarse, soltarse, transformar y por cuánto tiempo.

Finalmente, está en uno… crecer.

Si te gustó esta lectura, te invito a estar pendiente de la serie de artículos sobre emociones, empatía y liderazgo emocional que estaré publicando los próximos días en esta página.

2 Comentarios

  1. Se nos olvida que las emociones son parte de nuestra salud, no es algo para débiles o desadaptados. Aun en el campo de la ciencia, mi campo, no se le da la importancia a estos padecimientos. Asi como cuidamos de nuestra alimentación diaria, así tenemos que cuidar nuestra salud mental. No es algo de un momento único. Bien por darle la importancia

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