Al adentrarse a la cultura japonesa, uno encuentra términos que enriquecen el camino del despertar de conciencia.
Ikigai es uno de ellos.
Es una palabra, -en ocasiones, pregunta, en otras respuesta-, que resume cuál es tu motivo para vivir.
Para los emprendedores, la fórmula del Ikigai es magnífica. El ejercicio engloba la misión, la pasión, la profesión y la vocación en un solo dibujo.
La mezcla de las cuatro hace visible tu “por qué” para que puedas vivir tu vida en concordancia. ¿Cómo? Desarrollando una serie de hábitos que complementen ese estilo de vida que maximiza tus habilidades y potencial.
Con el Ikigai no hay muchas pretensiones. Es un modelo de trabajo que te permite conocerte mejor y te enseña el camino para combinar tu vida espiritual con la material.
¿Cuál es tu razón para vivir? ¿Cómo puedes servir mejor al mundo?
Hacer listas te ayudará a realizar el Ikigai.
Responde:
- ¿Qué más amas hacer? ¿Qué te apasiona?
- ¿Qué habilidades admirables tienes? ¿En qué eres bueno o buena? ¿Qué se te da con facilidad?
- ¿Qué industrias o áreas de trabajo te pagan? ¿Qué servicios o cosas puedes hacer para generar ingresos?
- Y por último pregúntate, ¿Qué el mundo necesita? ¿Cómo las maravillas de tu mundo interno pueden contribuir a las necesidades del exterior?
Una vez descubras tu Ikigai, te invito a hacer una ruta de acciones, un plan de vida o trabajo que sea consecuente.
El objetivo es que vivas tu vida con intención, siendo fiel a tu esencia y confiando en el caudal de luz que eres capaz de aportar a tu alrededor.
Si aún no lo has descubierto, anímate. Ya es tiempo.
Yo, en lo personal, siempre he creido que el dinero hecha a perder las cosas. Es una mal necesario, pero no algo para buscar o querer.
Hola David, gracias por compartir. Yo solía pensar así hasta que comprendí que todo se basa en percepción. El dinero es un «papel», es «energía», es «símbolo de males», «motivo de corrupción», «intercambio físico» por bienes y servicios, según lo que uno decida creer por educación, pasadas experiencias, traumas, creencias religiosas, políticas, etc. Uno elige cómo quiere verlo, uno elige el valor que tiene y cómo desea usarlo. El uso del «papel» puede ser bueno o malo y aún así habrá quienes dicten, según sus subjetividades, si un diezmo es una compra de confianza o conciencia, si una donación filantrópica es lavado de dinero, en fin… El ikigai como ejercicio propone conocer en qué áreas eres bueno, qué te dará resultados y por qué servicios a otros, comunidad, mundo recibirás retribución económica: sea en dinero, comida, vales, reconocimientos, bendiciones, etc. Es una interesante propuesta. ¡Un gran saludo!