«Hoy, Creador del Universo, te pedimos que abras nuestro corazón y nuestros ojos para que podamos disfrutar de todas tus creaciones y vivir en amor eterno contigo. Ayúdanos a verte en todas las cosas que percibimos con los ojos, con los oídos, con el corazón, con todos nuestros sentidos. Permítenos percibir con los ojos del amor a fin de descubrirte dondequiera que vayamos y que te veamos en todas tus creaciones. Permítenos verte en cada célula de nuestro cuerpo, en cada emoción de nuestra mente, en cada sueño, en cada flor, en cada persona que conozcamos. »
Con esta oración de Don Miguel Ruíz en La Maestría del Amor recalcamos el placer en las pequeñas cosas. Si ayer nos dimos a la tarea de descubrir cómo se sentía el amor, ahora veremos cómo lo exteriorizamos. Cómo en cada tarea diaria o interacción que tenemos con las demás personas transmitimos amor. ¿Cuál es su vibración? Sabemos si la comida fue hecha con cariño por su sabor; sabemos si un estudiante le dedicó tiempo y cuidado a un ensayo por su escritura y más; ¿qué otras cosas hacemos, palabras decimos que denotan amor?
La tarea de hoy es sencilla y ya es tiempo ver la dicha a nuestro alrededor. Te invito a escoger un pequeño placer que, por falta de tiempo, no has podido retomarlo. Hoy date el gusto y…que nada ni nadie te interrumpa.
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El mío: Helado de nitrógeno.