Puede que, quizás, tal vez elegimos caminos por las expectativas que tenemos de ellos. Quizás no tanto porque queramos vivir la experiencia que ofrecen, las lecciones que tienen para enseñarnos.
Tal vez queremos entrar con un rol asignado y no abrirnos a la posibilidad de que el andar nos cambie. Quizás, tal vez, emprendemos una ruta queriendo una imagen exacta del destino final y nos olvidamos… que todo camino tiene obstáculos, malezas, paisajes, recompensas.
Si el miedo te paraliza, si te cuesta cruzar el umbral, puede que no sea el tiempo todavía. Puede que no estés mal. Los caminos son sólo eso: veredas hacia un algo, un qué, una meta.
Elige cuáles según cómo te sientas, no compares la imagen de éxito tuya con los trayectos de alguien más. Esto te lo digo porque tu experiencia de ruta sólo la vivirás tú. El resto de nosotr@s seremos testigos, transeúntes, canales, compañeros de viaje, maestros o estudiantes de aprendizaje.
Somos y seremos seres de luz, igual que tú, buscando entender y sentir esta cosa -a veces dolorosa, a veces divina-que llamamos vida.
Namasté.
Ayer, hoy y siempre.