El feminismo de María Magdalena


Escribo esta reseña reconociendo una realidad. Injusta para algunas mujeres, que ya me lo han señalado, y no para otras. Esto lo escribo por y para todas. Y es que la película más reciente de la vida de María Magdalena (2018) no fue estrenada en muchos países. Fue censurada pues… bajo miles de excusas.

No tenía planificado contar nada de la película porque inmediatamente hablé con las personas cuyo mensaje estarían abiertas a recibir.

Sin embargo, pasan los días y más crece una presión por compartir la preciosidad que presenta el filme. No, no es ver el feminismo como Jesús aceptó a María Magdalena como igual en la obra cinematográfica (o ficción según quienes no crean en la Biblia, etc) ni tampoco verlo empañado por la posibilidad de que ambos fueran pareja en la vida real (o ficticia…).

Si puedo desglosar lo más impactante, en mi opinión, de esta obra es lo siguiente:

  1. La religión, si se queda en la idea, no convierte realmente.
  2. La mujer está más conectada a su intuición, duda menos y se abre más al cambio.
  3. La mujer es tejedora de vida.

Por eso digo que es una película feminista. No presenta a María Magdalena como la más puta o sumisa. Más bien, ella es un pilar en la vida de Jesús.

Y eso es lo más grandioso que presenta el filme, un Jesús cansado y agobiado por las expectativas terrenales y su deseo de ser canal de Dios. Encontrar la iluminación y aún así, sentir el desgaste de tener que convencer constantemente a sus discípulos que le siguen, sí, pero siempre buscando que haga milagros. Que los entretenga, que les pruebe una y otra vez que es hijo de Dios.

Eso no es fe.

Tampoco lo es que los apóstoles no reconocieran a María Magdalena en el viaje porque «ella nos hace débiles» tal y como si «los placeres de la carne» fuesen tan tentadores que sin importar las mil y una túnicas un Hombre no puede aguantarse y una Mujer siempre es la provocadora.

Qué estereotipos se refuerzan.

Qué garras se muestran.

Qué momento tan espectacular es ver que Jesús sólo es «humano» en los brazos de su madre María, cuando se tumba en ella encontrando refugio y salvación porque ella no lo juzga, que muestre quién es ni pide que sea más. María Magdalena también le ofrece esa sensación de «ser» que en un grupo de hombres no le es posible.

Hay otras escenas valiosas como el tema de las mujeres que no pueden dejar sus viviendas para seguir a Jesús porque «mi marido no me lo permite». Con cizaña intentan burlarse de su mensaje sólo para recibir de respuesta «¿cuánto tiempo llevas cargando tanto odio en tu corazón?¿Cuánto te pesa ese odio?».

Esa misma pregunta le hizo María Magdalena a Pedro cuando él la confrontó con rabia porque Jesús la escogió a ella y no a él para atestiguar su resurrección.

El rechazo de María Magdalena la llevó a crear su propia Orden (sagrada y que he conocido varias integrantes en el transcurso de los años), una que vibró en la esencia del predicamento de Jesús o de las leyes universales si nos ponemos a pensar.

La unión de la palabra, el pensamiento y la acción.

Esta es una película que les recomendaré una y mil veces. Es lenta, no esperen mucho drama, pero es capaz de adentrarte en un mundo paralelo a la interpretación de las iglesias, de los feligreses, sobre las escrituras, la Biblia, la religión.

Les invita a abrir los ojos ante los momentos en que las mujeres dejamos de ser «personas» para convertirnos en «cosas» porque criamos hijos dependientes de nuestros cuerpos por sus funciones y no reconociendo nuestra esencia como pares.  Habla de nuestra responsabilidad en criar hombres así, en permitir comportamientos así, en confundir el «buen amor» con la sumisión «completa».

Hay otra escena que no abundaré pero para mí fue la más intensa y es cuando los apóstoles llegan a Jerusalén a decirle a la gente que el Mesías ha llegado y nadie les presta atención. Una secuencia de vídeos muy rápidos enfocan a Jesús y a los corderos siendo sacrificados a cambio de monedas, en búsqueda del favor de Dios. Esa, para mí, fue la parte más impactante de la película. La sensación de que tal vez, la Humanidad, no quiere «realmente» salvación. Sólo que les cumplan sus deseos, atiendan sus necesidades más inmediatas y se les conceda lo que gusten, al menor precio.

Una cabeza de cordero, un cuerpo de mujer, una cruz y todo bien.

A mis amig@s en Latinoamérica, vi la película en Ciudad de México en marzo pasado, sé que la censuraron en muchos países pero si es posible, les invito a verla. No por el lado religioso, créanme que este es un filme que no cae en la doctrina sino más en la psicología.

En la posibilidad de que el Ego sea más fuerte que la Creencia. Que el Deseo de Tener la Razón sea más valioso que el Deseo de Buscar y Trabajar por la Paz.

Así de peligroso y pertinente es la historia que presenta. Para entender las relaciones de ayer, las de hoy y sepamos construir las del mañana.

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