El siguiente ejercicio no tiene el fin de bajar tu vibración energética. Tiene como meta que hagas un repaso de las heridas que te ocasionaron tus pasadas relaciones y las actuales a consciencia. Que revises si te lastimaron o si fuiste tú quien lo permitiste: por ignorancia, sumisión, expectativas, necesidad de control y más.
Pareciera que, en ocasiones, vivimos las relaciones como uni direccionales. Lo que recibimos, lo que el otro nos prometió, lo que el otro no hizo, no dijo, no actuó.
En ese escenario, perdemos de perspectiva que también somos actores en una relación. Por dejarnos llevar, solemos adoptar el rol pasivo de que las cosas “nos pasen”. Olvidamos (por las hormonas, la ilusión, las circunstancias) que también damos, hacemos, decimos, prometemos y controlamos. Y que no hay nada de malo en ello. Todo en el universo es perfecto.
Hoy quiero invitarte a que revalúes quién fuiste y si, tu relación con otras personas, pudo ser un reflejo de tu relación contigo mismo o misma en ese tiempo. O si… lo sigue siendo hoy. Si te tratas a ti como tratas a otros o cómo ellos te tratan a ti.
¿Cómo lo haremos? Sintiendo.
Sólo sintiendo lo que reprimimos cuando las cosas van mal podremos expurgar lo que nos pesa y caminar más ligero.
Puede que una canción no sea suficiente. Puede que el playlist que te expongo a continuación te incomode, deprima o aburra.
Por eso en este Reto del Día 3 te invito a escoger las canciones que más te llegan al alma y te hacen rememorar tus errores, los daños que permitiste e hiciste, las acciones de otros que más te afectaron, los corazones que rompiste, las promesas que te incumplieron.
Te invito a separar 30 a 60 minutos de tu tiempo esta noche para acostarte en el piso o en tu cama, cerrar los ojos y escuchar esta música.
Así como cuando eras adolescente.
Así como cuando «conseguir el amor del chico o la chica más guapa» significaba la vida o la muerte.
Te invito a sentir las ondas de la música atravesar cada poro de tu piel. Y permitirte sentir. Reflexionar, llorar, dejar ir suspiros, lamentos, dolores, lágrimas.
Lo que salga, déjalo ir.
A consciencia, déjalo ir.
Léeme bien: no te pertenece. Nada de lo que te ocurrió en el pasado pertenece a tu presente.
Tienes la opción de sentir las veces que quieras, bajo este pretexto o cualquier otro, porque los recuerdos siempre los tendrás. Sin embargo, lo que te invito hoy es que sientas a sabiendas de que los recuerdos no tienen por qué dolerte un día más.
Siente el dolor, la emoción, revívela cuantas veces quieras pero no la resistas más.
Y cuando se acabe el playlist, descansa.
Mañana será otro día.
¿Y cómo es eso de que el pasado propio ya no nos pertenece…? Si es también refugio (aún cuando sea tormenta u ola que revuelque).