La emoción que me embarga es muy grande mientras preparo la primera conferencia en inglés sobre la ruta por la paz de género en Latinoamérica.
En el transcurso de dos años, conocí y entrevisté a decenas de mujeres valientes que apostaban todo en las marchas de #Niunamenos, en escondites para que no las descubrieran, en bares lésbicos para estar más seguras, en cafés de hoteles cinco estrellas para no ser censuradas.
Vi y experimenté mucho poniendo en ocasiones mi vida en riesgo. Tengo una lista de anécdotas de situaciones que pudieron haber ido muy mal y gracias a una fuerza superior eso no ocurrió. Pude fácilmente ser parte de la estadística mortal por ser mujer, por ser periodista, por estar en sitios y hablar con personas con las que no debía mezclarme.
Y sin embargo, estoy aquí. No en pie de lucha, no superviviente, no para relatar historias. Cada mujer por sí sola tiene una voz y un poder de acción. Cada mujer tiene una historia para contar y un país que le pesa, un contexto social que le duele, un remanso que la protege.
Cada mujer es.
Cada ser es.
La fórmula hacia la paz no está afuera. Se encuentra, practica y fortalece desde dentro.
Cuando presente los primeros resultados del mapa documental el 31 de mayo lo haré consciente de mis privilegios y de los sacrificios que pocos ven. Las personas que amé y las oportunidades laborales y financieras que perdí; la conexión y sanación mental y emocional que gané.
Este trayecto no termina. Aprender a ser mujer (hombre y más) es la mejor obra que construiremos en nuestra vida.
El contexto es la pintura y Latinoamérica es el lienzo que te llama y palpita.
Hoy puedo decir que Latinoamérica no se cuenta… se vive…se siente…se queda grabada en tu piel.
Gracias por documentar la lucha de las mujeres en latinoamérica.