Tejer la complejidad de la vida


Juana Ruíz hace arte. Crea paisajes y pinturas sobre telas para bordados, bolsas y ropa. Junto con decenas de mujeres de Montes de María, da a conocer historias de dolor, esperanza y salvación entre puntadas.

«En esta guerra que ha sufrido Colombia de más de 50 años, no fuimos ajenas a la violencia» del conflicto armado, dijo ayer frente a más de 1,000 personas que se congregaron en el Chamorro City Hall para el primer TEDxBogotáMujeres.

Juana contó brevemente cómo los diferentes actores del conflicto armado en Colombia abusaron de las mujeres, las comunidades y las tierras de esta región cercana a las costas del Mar Caribe y el Océano Pacífico. Montes de María suponía una atracción para los grupos armados ilegales por su ubicación idónea para continuar el tráfico de armas y drogas.

El 10 de marzo de 2000 las AUC causaron el desplazamiento masivo en Mampuján, su comunidad, donde 245 familias se vieron obligadas al exilio si querían sobrevivir.

Según recuenta Juana, ocurrieron «masacres selectivas, masacres colectivas, desplazamientos, muertes de líderes y a las mujeres nos abusaron sexualmente, como botín de guerra. Como castigo al hombre fuimos abusadas sexualmente».

«Un solo grupo de hombres rompieron las estructuras organizativas que teníamos, rompieron toda una historia que teníamos creada en un solo día. Nos tocó dejarlo todo, perderlo todo, y salir corriendo con lo que teníamos encima», recontó.

Juana recalcó que la salida no fue fácil para muchas mujeres que fueron detenidas para ser abusadas sexualmente por los paramilitares antes de ser liberadas. Una violación sexual no sólo penetra el cuerpo, «penetra el alma», dijo.

«Un abuso sexual silencia a la mujer, la humilla» dijo la creadora de «Mujeres tejiendo sueños’.

Con la ayuda psico social que recibió de una organización menonita, Juana comenzó a tejer y hacer artesanías para procesar el dolor y perdonar a los perpetradores de las violencias que sufrió ella y su comunidad.

«Yo no estaba dispuesta a que violaran a mis hijas así como me violaron a mí», afirmó quien defiende la búsqueda de la paz por encima de la guerra. «Nosotros no queríamos parir hijos para la guerra. Se prepara a los hombres y las mujeres para la guerra, no se les prepara para la paz», dijo.

Juana lleva varios años plasmando historias a través de tejidos lo que sirvió recobrar la confianza en sí misma, dejar ir al odio y sanar. «Cada vez que odiamos a alguien, estamos recordando el dolor y también al victimario pero a la vez que decidimos sanar y perdonar nos hacemos un favor a nosotros mismos, no al victimario. Él va a seguir su vida normal. Pero nosotros cada vez que tengamos una raíz de amargura, estamos adoleciendo al victimario y estamos amarrados con él», dijo.

El éxito terapéutico de esta técnica fue replicado en otras zonas y regiones del país como Chocó, Antioquia y Cundinamarca donde la entidad de Juana ofreció capacitación. A su vez, tejer historias fue un modelo que actualmente inspira a grupos de mujeres en otros países como Nicaragua, EE.UU., Canadá e Irlanda del Norte.

«¿Será que se puede sanar heridas con puntadas de amor? Sí, se puede».

 

(Foto de portada tomada por Natalia Bonilla)

 

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