Bienvenido lo que somos hoy


Ésa vez que te dijeron que sólo podías elegir una sola profesión. Ése día que te explicaron que, si querías tener éxito, no podías dedicarte a otras cosas porque sino te «diluías». Esas incontables ocasiones en que te juzgaron por salirte de la norma, por buscar expandirte y caer, por mezclar tu trabajo con otros. Tantas reglas y límites, ¿para qué te sirvieron?

Ése momento en que descubriste que la vida no era lineal. Ese amigo o amiga que te explicó que el buen crecimiento no era vertical sino horizontal. Esa persona que te despertó de un golpe y te dijo lo que tantas otras no se atrevían a decir: que lo intentaras. Que te abrieras a lo que el universo tenía para ti. Que caminaras con la certeza de que la abundancia estaba dentro de ti. Que te escucharas porque tú tenías las respuestas a las preguntas que más te preocupaban. Que supieras elegir qué preguntas dejarías abiertas y qué otras merecían cerrarse. Que identificaras y rompieras con bloqueos mentales y educacionales que limitaban tu propio crecimiento.

Ésa vez y las mágicas consiguientes, que personas extrañas y señales universales te recalcaban que respetaras tu intuición. Que no te lastimaras en el proceso de autoconocimiento. Que tuvieras gentileza, que te adueñaras de tu poder para construirte a ti y lo que estaba a tu alrededor. Ése momento en que frenaron tus dudas y te dijeron que te tuvieras compasión…

Una profesión es algo en qué entretenernos el tiempo aquí en la Tierra. Una misión es el servicio que vinimos a hacer aquí en la Tierra. Cuando ambas se alinean, la magia ocurre.

Sin embargo, lo más importante es entender que no somos lo que hacemos.

Simplemente…somos.

Somos seres que hacemos cosas, tareas, acciones de luz y oscuridad. Seres que sienten y hacen que, con el ritmo de vida de nuestras sociedades, hemos aprendido a racionalizar lo que sentimos. Al pensar, perdemos pedazos de nuestra esencia más pura. La contaminamos con deseos del ego y expectativas de la conciencia colectiva.

Tomemos el reto de desaprender quiénes nos enseñaron que debíamos ser.

Emprendamos el camino al Ser. Saludémonos hoy como los seres que ya somos y no los que deberíamos ser.

Démonos la bienvenida al presente. Todos los días. Regalémonos la creencia y sensación de que somos suficientes. Somos el todo y la nada. Somos vida y muerte, y lo que ocurra entremedio está a nuestra discreción. El cómo vivir (si en miedo, dolor o amor) es nuestra decisión.

Elijamos brillar en luz ahora y siempre.

 

 

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