Una participante del mapa documental «Ser mujer en Latinoamérica» cuenta cómo se experimenta la violencia de género en el país.
El siguiente fragmento fue elegido después de evaluar los testimonios de 138 mujeres mexicanas participantes de la convocatoria al proyecto documental. Su publicación respeta los derechos de autor de su escritora que firmó bajo «Anónima» y tiene el objetivo de sensibilizar a otras personas sobre cómo se percibe, desde su punto de vista, la violencia de género en México.
Ser mujer en México es sentir las miradas en cuanto sales de tu casa, con los ojos bien abiertos para advertirlas, donde si vistes poca ropa o de la «inmodesta» o llamas la atención de cualquier manera, produces en la gente malestar y hostilidad.
Aguas con abrirte emocional o sexualmente. A veces ni tus amigos o parejas románticas lo respetarán o tomarán en serio. Es ver eso replicado en los espacios institucionales que se supone que son de todos, incluyendo la familia.
Es escuchar, mil y un veces, que las mujeres ya ganaron todas las batallas, que qué más queremos. Que las mujeres ya no somos como antes, bien trabajadoras y maternales, sin ambiciones y lujuria y rabia como las mujeres de hoy.
Es escuchar ¿por qué se andan embarazando? en la misma oración en la que niegan la necesidad de invertir en educación sexual y anticonceptivos gratuitos en todos los niveles.
Es sentirte asesina y fría si abortas, y enfrentar dobles y triples cargas, estigmas y obstáculos si eres mamá, a cualquier edad y en cualquier situación. Es ser la única culpada por no haber usado condón, sin responsabilizar al que eyaculó adentro de ti.
Es cargar con la presión y la paranoia de ser sexualizada todo el tiempo y culpada por las consecuencias del deseo (o la ira) masculina provocada y/o desbordada, es entrar en un callejón sin salida donde cualquier camino que tomes te embrujará por años.
Es cargar con todas las expectativas pero poco del control, y el que se tiene está condicionado: podemos ser criminalizadas en cualquier momento, nuestras «re-puta-ciones» penden de un fino hilo. Es atreverte a ser «líder» y ser recibida con burlas y críticas, que se aprovechen de tus discursos y lo que despiertas en la gente, el impulso que aportas a la solidaridad y la cooperación, tu tiempo, tu trabajo, tu interés, y lo conviertan en un producto para la manipulación, inventando una nueva forma de oprimirte.
Es ver que esto pasa arriba, abajo, a la derecha, y a la izquierda, como un monstruo que patalea dentro de cada uno, hombres y mujeres, en algunos más aplacado que en otros.. En la calle y en el monte y en la oficina y en los países de al lado, y de todos lados, de diferentes maneras.
Es ver, todos los días en momentos dispersos durante el día, o al cerrar los ojos, las caras y los titulares de todas las mujeres violentadas por las personas que debían, ya no digas protegerlas, mínimo respetarlas como compañeras.
Algunas tenemos muchos privilegios, pero estos privilegios siempre se vuelven en nuestra contra, vulnerabilizándonos más, vulnerabilizándonos otra vez.
Ser mujer en México es un acto identitario, político, es vivirse en cuerpo, voz y mente decidida y vulnerablemente mujer.
-Anónima, participante del mapa documental Ser mujer en Latinoamérica
(Foto de portada tomada por Natalia Bonilla, Día Internacional de la Mujer 2017)