El mar de personas crecía de a poco en el Paseo de la Reforma, nutriéndose de grupos que llegaban por filtraciones de pequeñas calles con desembocadura en esta avenida. Para conmemorar el 8 de marzo más de 1.000 mujeres de México y otras nacionalidades se unieron al Paro Internacional en reclamo de un detente a la violencia y a la desigualdad de género.
Crónica por Natalia Bonilla | @nataliabonilla
A partir de las 4 p.m., activistas pertenecientes al movimiento Ni una menos clamaron desde las escalinatas del Ángel de Independencia una “alerta feminista” para concientizar a la población y pedir a las autoridades acabar con los feminicidios, la forma más extrema de la violencia contra las mujeres. El llamado -sumado a otras demandas por el reconocimiento del trabajo doméstico, rural y también por los derechos reproductivos de las mujeres- fue inspirado en una cifra.
Siete mujeres son asesinadas cada día en México, simplemente por el hecho de ser mujeres.
El cordón humano que rodeó el emblemático punto de encuentro fue formado por niñas, jóvenes y adultas de diferentes clases sociales y etnias. Los gritos seguían las líneas de «asesinos, asesinos, no más violencia contra las mujeres”, «ni víctimas ni pasivas» y ”tiemblen los machistas que América Latina será toda feminista».
La promesa de la marcha se concretizó cuando Martha Heredia tomó el micrófono y declaró “Unidas por nuestros derechos, nosotras paramos”.
“Este día no es para felicitarnos ni darnos flores es para que nos reconozcan nuestros derechos como más del 50 % de la población mundial”, dijo Heredia.
La activista señaló que“la feminización de la pobreza aumenta cada día, se duplican nuestras jornadas de trabajo” y que “97 % de las trabajadoras del hogar en México no tienen seguro de salud”.
Su denuncia parecía un eco del anuncio hecho por representantes de la Coordinadora Nacional Plan de Ayala (CNPA) par de horas antes.
“Sin las mujeres campesinas, el trabajo de la tierra no es posible,” expresó una portavoz en una protesta organizada frente al Hemiciclo a Juárez, cercano al Palacio de Bellas Artes.
Mientras una brigada de treintenas de policías de tránsito mujeres recibían instrucciones para cerrar tramos de la avenida para permitir la marcha, la representante del CNPA denunció que las tierras y otros recursos naturales de la República de México fueran cada vez más privatizados.
Madres de hijos e hijas desaparecidos fueron quienes encabezaron la marcha, a la que
también acudieron cientos de hombres en solidaridad-, alrededor de las 5:30 p.m. rumbo a las instancias del Gobierno federal.
El color violeta, emblemático de la lucha de las mujeres, fue explotado en camisas, banderas y se encontraba presente, sin proponerlo, en los árboles florecientes ubicados en el Paseo de la Reforma.
Girasoles, cruces rosadas, banderas del 8M y hasta consignas en senos marcaron el paro de labores -que fue replicado en Guadalajara, Monterrey, Oaxaca, Guerrero y Veracruz, entre otros (ver mapa)- por muchas causas relacionadas a reconocimiento de derechos, género y economía pero que en última instancia exigían un cese total de la violencia de género.
“Vivas nos queremos” gritaban. Algunas con rabia, otras con dolor y pesar conscientes del largo camino que han recorrido y el que aún les espera para que llegue el día en que las mujeres no sean invisibles y su ausencia se sienta en México y en Latinoamérica.
(Fotos tomadas por Natalia Bonilla | Cobertura especial)
Me parece finisimo de verdad. Desearia que en Venezuela se diera algo asi pero de verdad que el movimiento aqui es muy precario
¡Hola! Creo que el hecho de que poco a poco se abran espacios de discusión y se organicen este tipo de manifestaciones en otros países debe servir de aliento. El movimiento Ni una menos en Argentina comenzó por una convocatoria a través de las redes sociales y sus fundadoras no pensaron que cientos de miles de mujeres se unirían el día de la marcha. La indignación era muy grande a nivel nacional y, aún así, no pensaron que la protesta resonaría en naciones vecinas como Chile, Uruguay, Perú, Colombia y México, entre otras. En Venezuela por la inestabilidad política y la crisis económica el movimiento no ha cobrado una fuerza o visibilidad comparable pero eso no debería desalentar los esfuerzos. El cambio es posible, ninguna medida de igualdad de género -que trastoca tantas fibras culturales, institucionales y sistemáticas-, ha sido aceptada de la noche a la mañana. Toman tiempo. ¡Muchos ánimos desde la distancia!
pues si, solo queda seguir luchando y no desanimarse.