La paz que no fue


Gran parte de los jóvenes en Bogotá sienten que, con el estrecho resultado del plebiscito por la paz, se esfuma una ilusión por un país mejor.

Cobertura especial por Natalia Bonilla | Bogotá

Alrededor de las 5:30 p.m. de hoy, se dio a conocer el estrecho margen de diferencia entre el “sí” y el “no”.  En varios parques de la ciudad capital de Colombia se reunían, según asignado por senadores o asociaciones sociales simpatizantes con alguna de las alternativas, cientos de jóvenes y familias preparados para la celebración. Contrario a lo que se pudiera pensar, el festejo del “no” fue uno sucinto sumado a alguna que otra caravana por la carrera 7 o la avenida Caracas de personas que cantaban al unísono y con fuerza la frase “el no”, “el no”. En un parque ubicado en la calle 60, el escenario era distinto. Cientos de personas irrumpieron a llorar y abrazarse al escuchar la noticia para la que no estaban preparados y que se oponía a la espectacularización mediática del sí en los medios locales e internacionales.

“Estábamos esperando la revalidación del sí”, decía Santiago Cabrera, de 23 años, quien ondeaba una bandera blanca. “Este acuerdo era el mejor posible”, añadió el joven al que se le unió Jesús, de 21. Para este universitario,oriundo de San José del Guaviare, uno de los municipios directamente afectados por el conflicto armado entre el ejército y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, “el escepticismo de este acuerdo se mostró con el 62,6 % del absentismo”, o unos 54.000 votos, en las urnas.

Y eso se pudo constatar en la ciudad desde tempranas horas del dia, reflejando que la img_2146votación en las urbes no cumplió con el pronóstico de que estarían más proclives al “sí” por tener mayor acceso a la información en relación a lo que se negoció en La Habana. Precisamente, en Medellín, la segunda ciudad más importante del país después de Bogotá, la ausencia de pancartas publicitarias e interés por la votación de este domingo era mínima en lugares y transportes públicos. Hablar con los paisas sobre su voto en el plebiscito iba acompañado de muchos chasquidos y otros tantos “yo no creo en eso” o “no le voy a pagar a unos asesinos”.

En la ciudad cuna del expresidente Álvaro Uribe, líder de la campaña del “no” y máximo exponente del llamado “uribismo”, en Santa Marta y Cali esta opción tuvo mucha acogida a pesar de que en las zonas rurales principalmente impactadas por el conflicto armado la balanza giraba hacia el sí. Entonces, el plebiscito de la paz demostró que Colombia estaba dividida casi literalmente por el mismo medio: entre seguir en guerra o intentar construir la paz.

Un grupo de chicas jóvenes consternadas por el resultado cuestionó cómo era posible regresar atrás, al tiempo en que se recurría a la violencia para alcanzar fines políticos cuando en cuatro años de diálogos entre las partes crearon un documento de paz sin precedente en el mundo. “Sé que es más costosa la paz que la guerra pero no podemos seguir así”, dijo Juana Callejas, de 26 años. Para ella fue sorprendente conocer que el «sí» predominó en regiones más afectadas por el conflicto como el Chocó y Santander y el «no» en urbes donde el conflicto armado no tocó directamente. «El acuerdo verdaderamente beneficiaba a los más vulnerables», dijo Jesús.

La falta de liderazgo y carácter de Santos, la desconfianza en torno a los argumentos del “no” y la agenda de Uribe, la percepción de que “los colombianos no leen ni escuchan las noticias” fueron factores que detallaron los y las jóvenes que desconocían cómo iba a amanecer Colombia mañana lunes.

La incredulidad llevó a muchos recoger sus banderas blancas y regresar a sus hogares. Otros comenzaron a llamar a sus amigos o SAMSUNG CAMERA PICTURESpreguntar entre los presentes para saber dónde iba a ser “la lloradera colectiva” y qué planes tenía la campaña del sí para brindarse apoyo ante el resultado. Los que permanecieron en el sitio se conectaron a emisoras de radio en sus celulares para seguir discursos mientras que hubo aquellos que cuestionaron si unirse a la manifestación frente a la Casa de Nariño, sede del presidente Juan Manuel Santos, para gritar¨, con miras a que no fuese un esfuerzo en vano, “queremos la paz”.

“Mucha gente del “no” tenía razón en algo: las FARC son delincuentes y asesinos”, aseveró Cabrera quien arremetió contra ellos por no tener definido un plan alternativo al día después de su victoria. “Con este acuerdo se rescataban 60 años de políticas públicas que hacían falta en Colombia”, reflexionó Jesús, quien comparó este triste desenlace para su generación con el fenómeno del Brexit en el Reino Unido porque Santos podía por ley no optar por llamar a un plebiscito. “Ahora todos creerán que los colombianos no quieren la paz”, dijo.

Se prevé que Santos convoque el lunes a todos los partidos políticos a dialogar sobre el resultado del plebiscito y reafirmó que, ante un país polarizado en dos bandos, garantizará la estabilidad de todos por igual. El Jefe de Estado explicó en un breve discurso esta noche que “el cese al fuego bilateral y definitivo sigue vigente” y se espera que continúe la voluntad política de ambas partes de renegociar el acuerdo de paz y limar asperezas con sus opositores que dicen apoyar la “paz” pero exigen mayor castigo y menos impuestos, entre otros asuntos.

A estas horas de la noche, las calles en Bogotá permanecen tranquilas y con poco tráfico lo que apunta a que esta apuesta no dejó una sensación de victoria, sin importar  todo el camino recorrido. Es más fuerte la desolación y reina la certeza de que aún falta -y no se sabe cuánto tiempo tome-, por unir al pueblo en una misma visión de paz.

Para referencias:

Los diez argumentos con los que ganó el no

 

(Fotos tomadas por Natalia Bonilla)

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