Qué se apuesta en el plebiscito por la paz


Lo que viene después del acuerdo final entre el Gobierno de Colombia y las FARC-EP.

“El día ha llegado. Hoy podemos decir, por fin, que todo está acordado”, así el presidente Juan Manuel Santos dio a conocer la noticia a su país y al mundo.

El acuerdo final de 297 páginas será presentado al Congreso de la República este jueves para ser refrendado y se prevé que la firma del acuerdo de paz se realice el 23 de septiembre.

Dos semanas después, el 2 de octubre, se llevará a cabo el plebiscito nacional por la paz.

Desde hace varias semanas, el debate por el #SialaPaz y el #NoalaPaz ha acaparado la atención mediática. En un intento por orientar a la población sobre los beneficios de cada alternativa, la discusión pública de esta campaña ha provocado confusión sobre el sentimiento general de una población que, se estima el 65,1 % desaprueba la gestión de Santos, según una encuesta de Invamer.

La campaña del Sí a la Paz

De entrada, tiene una narrativa favorable, atractiva y novedosa. Responde al anhelo de gran parte de los colombianos de acabar con un conflicto de más de 50 años con la guerrilla más prominente. La campaña cuenta con el respaldo y los recursos de la Administración de Santos para alcanzar a las masas y promueve la esperanza de una promesa de reconciliación nacional, que otros gobiernos habían hecho y sólo éste ha logrado conseguirlo.

Sin embargo, esta campaña tiene sus detractores políticos -el brazo que opera el No a la Paz, encabezado por el expresidente Alvaro Uribe- y la desconfianza civil hacia las FARC-EP.  El acuerdo final establecería indultos y amnistías para miembros claves de la base de esta guerrilla, un tema que la mayoría de los ciudadanos está en desacuerdo.  Eso sin contar, que lo que se acuerde en papel deberá ser implementado y se desconoce si el actual régimen de Santos cuenta con los recursos -políticos y financieros- para hacer cumplir con el acuerdo.

El punto agrario será un tema que causará mucha polémica porque el Estado no tiene la capacidad institucional para asegurar que las tierras asignadas no sean luego abatidas por grupos paramilitares u guerrilleros.

Otros puntos de controversia son la implementación de la Ley de Víctimas, la participación política de las FARC-EP y el narcotráfico.

Si gana el Sí a la Paz, no significará que la «paz» llegará a Colombia. Representará un paso en la transición a un período posconflicto con las FARC-EP pero el gran peso del acuerdo recaerá en la formulación de leyes y mecanismos que avalen el documento -incluyendo una reforma tributaria para costear el proceso- y luego, su consecuente implementación.

La transición y la construcción de la paz  se calcula podría tomar un mínimo de 10 años.

La campaña del No a la Paz

A mediados de agosto, Carlos Holmes Trujillo, el delegado del Centro Democrático por la campaña del No, expresó que “hemos venido defendiendo la tesis que votar a favor del NO es votar a favor de la paz de los colombianos”.

A primera instancia la palabra No podría perjudicar su éxito porque propone ir en contra del logro histórico de la Administración de Santos y el deseo de muchos colombianos de acabar con el conflicto armado. Sin embargo, según sus propulsores apostar por esta opción sería aceptar que el acuerdo final debe ser modificado, particularmente, la parte de impunidad y concesiones que se le harán a los miembros de las FARC-EP así como el tema del narcotráfico.

Ante opiniones de expertos en resolución de conflictos que aseguran que una paz imperfecta es mejor que continuar la guerra, apostar por el No marcaría un retroceso en el proceso de diálogo. También, un recrudecimiento de la violencia si es que las FARC-EP, que ya habían decidido un cese al fuego, no están de acuerdo en sentarse nuevamente en la mesa de negociaciones.

(Foto de portada tomada de: http://www.pensandoamericas.com)

1 comentario

  1. Siempre es ridículo «preguntar» a la población algo de lo que el gobierno debería hacerse responsable, para poder lavarse las manos y decir que no fué su decisión o su culpa, sino del «pueblo».
    No puede haber paz sin justicia. No puede haber paz sin reconciliación. No se puede decir «todo está olvidado», ni se puede decir que el conflicto está resuelto si las heridas siguen abiertas, las armas en las manos y zonas donde no existe, ni existirá en el corto plazo, el estado de derecho.
    La mejor de las suertes a la gente de Colombia, y ojalá pronto puedan tener paz. Verdadera paz.

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